a) El estudiante debe afrontar los estudios con optimismo y convicción
Algunas asignaturas pueden resultar complicadas o muy complicadas, pero no por ello hay que tirar la toalla.
Según diversos estudios, las personas utilizamos un porcentaje muy reducido de nuestra capacidad intelectual, contando con un potencial más que suficiente para superar grandes desafíos, por difíciles que parezcan.
El auto-convencimiento de ser uno capaz de aprobar termina influyendo de forma decisiva en el aprobado de dicha asignatura.
Es un proceso que se auto-alimenta.
Si la asignatura es ya de por si complicada y el estudiante está plenamente convencido de que no podrá con ella, la dificultad que encontrará será aún mayor.
Si por el contrario, afronta dicha asignatura convencido de sus posibilidades las dificultades no le resultarán tan insuperables.
Con una buena planificación y dedicación será capaz de sacar adelante cualquier asignatura por complicada que sea.
b) El estudiante debe poner ilusión en lo que hace
Es innegable que estudiar cuesta y que es fácil encontrar otras actividades alternativas que resultan mucho más apetecibles. Pero, en definitiva, como el curso hay que aprobarlo, más vale afrontarlo con cierta dosis de alegría.
Algunas asignaturas pueden resultar interesantes de por si, pero aquellas otras que se hagan más cuesta arriba es donde el alumno debe hacer un esfuerzo y buscarle un lado positivo (planteándoselas como un desafío personal, pensando que mientras antes las apruebe antes se las quitará de en medio, etc.).
Si a uno no le cuesta estudiar y además afronta el estudio con desmoralización, éste se le hará doblemente cuesta arriba.
Si por el contrario lo afronta con cierta dosis de ilusión se le hará mucho más llevadero.
Una persona motivada rinde mucho más
c) El buen estudiante debe actuar con seriedad y el rigor
Los estudios constituyen su principal obligación y debe afrontarlos con profesionalidad.
Debe ser constante y trabajar diariamente.
Tiene que desarrollar su fuerza de voluntad, siendo capaz de sacrificarse por alcanzar unos objetivos (ya vendrá luego la recompensa).
Si desarrolla desde joven estas cualidades, más tarde se beneficiará de ellas en su carrera profesional.
d) El buen estudiante debe buscar la excelencia
No se puede conformar simplemente con aprobar, tiene que apuntar mucho más alto. Debe fijarse unos objetivos exigentes, aunque realistas.
En primer lugar porque puede (tiene capacidades de sobra) y en segundo lugar por seguridad, por contar con un margen de seguridad.
Además, puede aspirar muy alto sin tener que consagrarse en cuerpo y alma al estudio y abandonar el resto de actividades. Es cuestión de organización y de constancia.
No hay que recortar el tiempo de ocio o diversión, lo que hay que evitar es la pérdida de tiempo, ese tiempo en el que uno no hace nada, que se va de las manos sin sacarle provecho.
Normalmente no hará falta incrementar las horas de estudio, sino sacarle más provecho a las actuales.
En esta búsqueda de la excelencia el estudiante no debe nunca bajar la guardia.
Aunque vaya obteniendo buenos resultados no debe confiarse, debe seguir apretando.
Además de fijarse una gran meta (por ejemplo, aprobar todas las asignaturas en junio con nota igual o superior al , resulta conveniente fijarse objetivos más inmediatos, más a corto plazo (por ejemplo, sacar más de un 8 en el próximo examen).
Es una forma de mantener la tensión, de no relajarse ante la lejanía de las metas propuestas.
Además, lograr esos objetivos más inmediatos resulta muy motivador.
e) El estudiante debe ser flexible
Si el método de estudio que emplea no le da resultados, debe cambiarlo. El estudiante debe estar permanentemente tratando de mejorar su forma de estudiar, de ser más eficiente.
Por ejemplo, si suele pasar los apuntes a limpio pero esto le lleva mucho tiempo, debe probar con utilizar directamente los apuntes tomados en clase.
Si las horas de estudio, el lugar donde estudia, etc. tampoco le convencen tendrá que cambiarlos, etc.
f) El estudiante debe ser humilde
Debe ser capaz de admitir sus fallos, sus carencias; esto es esencial para comenzar a corregirlos.
No puede engañarse a si mismo, buscando siempre responsables de sus fracasos académicos (el profesor me tiene manía; casi todo el mundo ha suspendido; el profesor se ha equivocado en la corrección, etc.).
g) El estudiante debe ser también un buen "encajador"
Ante un suspenso no se puede hundir, ya habrá más oportunidades. Lo que sí debe hacer es analizar los errores, conocer sus causas y tratar de que no vuelvan a suceder.
De los errores se aprende
Como conclusión, señalar que los estudiantes que sobresalen no suelen ser los más inteligentes, sino alumnos muy motivados, que confían en sus posibilidades, que se toman el trabajo en serio, que lo planifican y que utilizan un eficaz método de estudio.